La muerte

Buenos Aires, 15 de Septiembre de 2008.

¡¡Qué título!!  ¡¡Muy fuerte!!

Y…si. La realidad de este acontecer… ES fuerte, pues ES EL NO SER. O, mejor dicho… DEJAMOS DE SER.

Parte de esta reflexión viene desde hace un par de años atrás, exactamente del 23/11/2005. Dos días antes de una pérdida terriblemente espantosa para mi: La muerte de mi sobrino y ahijado David León. ERA, ESTABA Y…DEJÓ DE SER. NO ESTÁ MÁS.

Estas líneas las estaba escribiendo a modo de un borrador – ahora ya lo terminé y estoy en la etapa de las correcciones – para otro libro que trata sobre teología Católica para laicos (podemos también decir: para aquellas personas que no tienen estado religioso: No son sacerdotes, ni religiosos/as; que no conocen la fe católica, o bien que sí conocen y desean profundizarla). Y precisamente, junto con otros temas sobre el futuro – o escatología, entre ellos, el purgatorio, el infierno. etc – está la muerte.

Ud., lector… se estará preguntado “¿Por qué eligió este tema para inaugurar la página?”

En primer lugar, porque ES POR EXCELENCIA, LA SITUACIÓN LIMITE DE LA VIDA, entre otros motivos.

Por otra parte,  debo decir que… en estas casi 3 últimas semanas, y por diferentes motivos, me tocó compartir situaciones en las cuales, precisamente, ESTE TEMA ESTUVO PRESENTE en mi vida. Y de diversas maneras.

Y antes de entrar de lleno al “dejar de ser”, es dable exponer brevemente sobre EL SER, sobre lo que existe. Lo que está ahí, lo que percibimos mediante nuestros sentidos.

Así las cosas, al tema que nos ocupa podemos enfocarlo desde distintos lugares: Lo fisiológico (el cuerpo al no latir el corazón, queda en estado cadavérico); religioso cristiano (Va en camino de ver a Dios) etc.. Nosotros, acá… intentaremos hacer un análisis filosófico.

1).- La muerte:  ¿Qué  es?

De lo único que uno está seguro, cuando nos sacan de la panza de nuestra madre… es de dos cosas:

  • Que nos vamos a morir  y
  • b) Que tenemos que tomar decisiones. Del resto… nada sabemos con exactitud.

¡¡¡Morir forma parte de la vida!!!

Es más: La muerte va a llegar de improviso y estaremos absolutamente solos ante ella.

Moriremos solos. Nadie nos va a acompañar en este “gran paso al otro lado, al más allá”, por más que nos rodeen las personas que queremos, quienes… estarán ahí, en ese momento crítico… sólo para decirnos adios.

Nacemos y morimos absolutamente solos.

Y si bien del nacimiento no somos concientes o no nos damos cuenta de tan  maravilloso acontecimiento… de la muerte… por lo general SI somos concientes: ¡Morimos solos!.

No obstante esto, la miramos como si a nosotros no nos fuese a suceder; miramos alrededor nuestro el “cómo se van yendo los otros”.

No podemos negarla y… sin embargo… nos negamos terriblemente a pensar en ella.

El hecho de la muerte es un corte existencial: ¡¡Nos lleva al “no ser”!!

No veremos más, no soñaremos más, no desearemos nada más, no recordaremos más, etc. Pero… lo profundamente nefasto para nuestra concepción, para nuestra inteligencia y entendimiento es…¡¡Que el mundo siga sin que estemos en el!!

Lo más triste es que… SIN NOSOTROS… ¡TODO SEGUIRA IGUAL! 

De acá un dicho muy común de escuchar: “El cementerio, de imprescindibles… está lleno”.

Pero… ¿Cómo hago para no pensar en esto?  Pues para cada uno de nosotros… somos el eje del universo entero.

Estamos ante la muerte desde que nacemos.

Esto, pensado sin poner – intentando hacer el mayor esfuerzo, claro – demasiada pasión. Lo que cuesta no un gran esfuerzo: Sino… demasiado.

Por otra parte, es el antecedente importante y clave de la resurrección.

Vista desde otra perspectiva, – no desde la fe cristiana, desde lo teológico – para muchas personas es el fin de todo ya que no hay nada más allá de ella, lo cual daría razón de aquel otro conocido dicho “comamos y bebamos que mañana moriremos”.

Ella, la muerte, tiene diferentes nombres según sea que se la pronuncie, como la parca; la guadaña; etc.

Sin duda alguna que es “el”  tema particular, de mayor misterio, el que más nos angustia. ¿Asusta? Sí; ¿Da miedo? Sí;  ¿Enoja? Sí; ¿Molesta? Sí. 

Y así sucesivamente podemos ir aumentando la cantidad de preguntas respecto a las diferentes sensaciones que  ella nos  produce en nuestro interior.

2).- Razonando “al voleo”

Encontramos tres elementos:

  • a) Premisa básica: DE “LA NADA” NO PODEMOS VENIR.

Pues precisamente esta es el NO SER, NO EXISTE. Para que “sea nada” PRIMERO DEBE HABER EXISTIDO.

Por ejemplo:

Si uno tiene en la palma de su mano un caramelo, lo come y ve nuevamente la palma de la mano pues… ahí “no habrá nada”: Antes estaba el caramelo. Ahora no hay nada.

ERA – el caramelo – AHORA NO ES.

  • b) Como segundo item o desarrollo, AHORA ESTAMOS. SOMOS. Existimos.
  • c) Como conclusión: Si Estamos… al momento de morir… NO PODEMOS IR A LA NADA.

AL AGUJERO DE OZONO, a lo que no tiene fin. Al vacío. Como si cayésemos a una bolsa que no tiene fondo.

VISTO ASI… SIN DUDA ALGUNA QUE… A ALGUN LADO VAMOS. ¿Dónde? NO SE.

PERO A LA NADA NO VAMOS.

¡¡ES UN ABSURDO IR A LA NADA!!  

3).- La muerte del Otro y La Muerte en el siglo XXI

A modo de una idea general, la muerte, desde los albores del Renacimiento – a partir del siglo XIV en adelante – era entendida como  el destino de todas las especies animadas: Todos hemos de morir en algún momento de la existencia: El caballo se muere, el perro se muere, el hombre se muere, etc.

Asimismo, en este tiempo… NUESTRO HOY… cambia el eje, cambia la óptica:

La muerte propia – la de uno mismo – pasa a proyectarse hacia el otro: ¡Muere el otro, yo no!

Y es entendida como una separación física: “Ya no está más a mi lado”, y no por la muerte en sí misma.

Por otra parte – la muerte en el siglo XXI – si bien hay una continuidad en el plano afectivo  “el otro ya no está frente a mi”, cambia a un modo opuesto el tratamiento de tan fatídico tema:

Hay que proteger al moribundo de su condición, ocultándole la gravedad de su estado: La mentira, incluso en muchas ocasiones recíproca, anula la libertad y la comunicación de la última hora.

Hoy, la sociedad, ante el avance de las técnicas  médicas, dimite, elude, patea para adelante, deja de lado su responsabilidad acerca de la muerte… llega a tener vergüenza de ella…. y…

¡¡HACE COMO SI NO EXISTIERA!!

A modo de ejemplo, mencionaré sólo dos detalles que creo que vale la pena sacarlos a relucir acá, puesto que forman parte casi cotidiano de nuestro panorama:

  • a) Respecto a la poca, o casi nula, preparación para la muerte:

En nuestro hoy – y para no mirar a la muerte de frente – solemos apartar a nuestros enfermos graves y los confinamos en frías y oscuras habitaciones desnudas, llenas de aparatos sofisticadísimos y alejadas de la presencia de los seres queridos, los afectos; con horarios reducidos de visita y “hay que esperar el parte médico”.

Nos “cosifican” al otro. ES UN “ALGO” y NO ALGUIEN que consume, molesta, genera gastos de todo tipo, no produce nada, en términos económicos: Solo gasto.

Y… por este item, el económico, ahora se está haciendo presión (lobby) para presentar un “nuevo producto”: El derecho a  morir dignamente; a elegir el momento y cómo morir; a morir sin sufrimientos; etc.. NO ES OTRA COSA QUE “LA EUTANASIA”. (Tema para otro artículo particular).

  • b) La cremación del cadáver:

Al margen que uno pueda o no estar de acuerdo con esto – cualquiera sean las razones, que van desde la higiene pasando por no crearle problemas a los deudos de tener que ir al cementerio a renovar el nicho; a limpiar la bóveda, etc. – es un elemento más que continúa el mismo camino de negar la muerte pues, al no tener que ir al cementerio – prosiguiendo con la herencia del culto que los griegos les tributaban, como fieles herederos suyos – es como que  ponemos la basura (en este caso la muerte)  “debajo de la alfombra”, procediendo así a un silogismo de zaguán, al paso, básico:

– Si todos los muertos están enterrados en el cementerio;

– yo debo ir a ver a “mis muertos”… ergo…

– YO “VEO” la muerte.

            Inversamente:

– Si yo cremo todos los cadáveres;

– YO NO VOY al cementerio, por lo tanto…

– YO “NO VEO” la muerte, y… ésta “NO esta ahí”.

4).- Hay “UNA” Respuesta

            Desde la óptica cristiana sí puedo darles-compartir UNA RESPUESTA CONCRETA (aparte del razonamiento expuesto en el punto 2) que si bien es de otra naturaleza ) la revelación en la Sagrada Escritura – ES UNA RESPUESTA:

Tenemos la Esperanza; es la segunda Virtud Teologal, que nos permite “ver más allá de la desaparición material”, y nos da una  “cierta tranquilidad humana, pero con una certeza de fe” – desde nuestra pobre naturaleza humana – y está cimentada en las palabras que Jesús nos dice  en el Evangelio de Jn 14,1-3: “1 «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. 3 Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros”.

Claro, con un previo comportamiento acorde a esta promesa: El arrepentimiento, confesión de los pecados y el trabajo para enmendar el daño cometido, que no es otra cosa que… “estar en gracia, en presencia, de Dios”.

Por otra parte, desde el Antiguo Testamento también encontramos una respuesta para poder calmar nuestras angustias, es una luz en nuestro diario caminar de momentos difíciles, de dolor, desagradables y de mucho sufrimiento, y es el Salmo 33: “Bendeciré a Yahveh en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza; 3en Yahveh mi alma se gloría,¡óiganlo los humildes y se alegren! 4  Engrandeced conmigo a Yahveh, ensalcemos su nombre todos juntos. 5 He buscado a Yahveh, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores” (el subrayado es mio, para resaltar el texto).

Si después de la muerte no hay otra vida, algo más… que este “simple ESTAR ACA”… la entrega que el hombre hace  a  Yavheh, Dios, al Señor… carecería de todo sentido, sería un absurdo total; entonces ganó “la nada”, el “no ser”.

Y tendría razón la mujer de Job, que en 2, 9 dice : “Entonces su mujer le dijo: «¿Todavía perseveras en tu entereza? ¡Maldice a Dios y muérete!”.

Asimismo, que logremos entender esto – cosa nada fácil – no significa que hemos de dejar de  lado la tristeza que nos embarga la pérdida de un ser querido, la que se pondrá de manifiesto en los momentos o fechas mas destacables a lo largo del año, como ser su cumpleaños, el lugar que ocupaba en la mesa familiar para la Navidad o fin de año, al ver una fotografía, el frío de la cama matrimonial si el muerto es uno de los cónyuges.

El dolor, la tristeza, de ese  ser querido que ya no nos acompaña no la podemos obviar ya que, como dice Aristóteles: La realidad es aquello que nos rodea. Pero en caso de que la persona fallecida no cause en nosotros estas sensaciones mencionadas u otras similares, es porque no la hemos amado. No nos importó.    

O… nuestra angustia por LA PROPIA DESAPARICION FISICA. Y así podemos hacer una lista muy grande.

5).- Conclusión

            Lector: 

La muerte es, precisamente, la “gran crisis” suprema del hombre: Lo des-mundaniza, a tal punto que le hace plantearse el sentido o no, de su existencia.

            Hasta acá llega mi “compartir”, mi punto de vista y… mi propuesta de un “re— pensar…nos” de otra manera.

Espero que pueda serle de utilidad, más allá de que no comparta lo leído.

            Hasta el próximo artículo.

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